Con el resultado oficial de la ONPE al cien por ciento que da como virtual presidente a Pedro Pablo Kuczynski, el verdadero ganador de estas elecciones ha vuelto a ser el antifujimorismo. Los colectivos de NoaKeiko o KeikoNuncaMás han sido fundamentales para frustrar las aspiraciones de Keiko Fujimori de retornar a Palacio de Gobierno. Para la politóloga Carmen Ilizarbe, directora de Investigación e Incidencia de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, el papel del antifujimorismo durante la segunda vuelta fue vital. 

La reacción contra el clan Fujimori es directamente proporcional al daño sufrido por el país por la debacle de sus instituciones democráticas.

“Ha sido determinante, con una clara percepción de que el fujimorismo es una organización que, si bien entró a las elecciones para tratar de llegar al poder, no puede considerarse una organización democrática”, dice la catedrática. La politóloga explica que el éxito del antifujimorismo es haber logrado aglutinar a políticos de diferentes posiciones, estudiantes, intelectuales y a viejos movimientos sociales como sindicatos y federaciones. 

Romeo Grompone, sociólogo del Instituto de Estudios Peruanos.

“Se trata de un importante grupo de figuras públicas conformado por historiadores, literatos, cineastas y actores, los universitarios, que han tenido un rol fundamental y lideran un contingente de agrupaciones y, por último, los movimientos más tradicionales de corte sindical como la federación de trabajadores textiles, telefónicos y de construcción civil”, enumera Carmen Ilizarbe. El investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), Paolo Sosa, explica cómo esta estructura tan amplia es lo que le ha permitido al antifujimorismo poder llevar a la presidencia a un candidato que enarbolaba la bandera de la izquierda, Ollanta Humala, en el 2011, y ahora, llevar a la presidencia a un candidato de la derecha más conservadora. “Como cualquier identidad tiene también sectores intransigentes cuya esencia es no tolerar nunca al fujimorismo como una fuerza política. 

Carmen Ilizarbe, directora de Investigación de la Universidad Ruiz de Montoya.

Esto se ha visto alimentado por las acciones de los propios fujimoristas en los últimos cinco años”. Para Sosa, una fuerza con tanta amplitud programática ayuda a ganar elecciones porque resulta más fácil encontrar una agenda común. Según el politólogo, el movimiento actual es heredero de las organizaciones sociales que cobraron vida al final del régimen fujimorista de los años noventa. “Buena parte de los discursos elaborados por esos antiguos grupos es igual a los que hoy encontramos en estos nuevos movimientos”, asegura el investigador del IEP. Allí está el caso de las acusaciones por esterilizaciones forzadas que, si bien ocurrieron hace 20 años, pasaron inadvertidas en ese tiempo, pero se hicieron cruciales en las elecciones del 2011 y aun en estas recientes. Carmen Ilizarbe coincide en este punto con la renovación de los discursos antifujimoristas. 

Paolo Sosa, investigador de la Pontificia Uni- versidad Católica.

“En el tiempo inmediatamente posterior al fujimorismo temas como el manejo de la economía o la pacificación del país eran argumentos de defensa muy fuertes por parte del fujimorismo. Ahora vemos que la corriente antifujimorista comienza a cuestionar esos argumentos luego de saberse el daño económico que causó ese gobierno”, dice la analista. Para la jefa de investigación de la Universidad Ruiz de Montoya, “el otro tema que ha calado hondo fue el mensaje de que el fujimorismo amenazaba con convertirnos en un narcoestado. Los peruanos miramos con mucha preocupación el tema por los ejemplos que tenemos de México y Colombia, por lo que las dos afirmaciones más fuertes actualmente en el antifujimorismo es que la agrupación de Keiko Fujimori es una organización antidemocrática y mafiosa”. Para el sociólogo Romeo Grompone, la importancia del movimiento antifujimorista no terminó el 5 de junio. “Estamos ante un nuevo escenario –explica– un nuevo gobierno, un Ejecutivo que no cuenta con una bancada que lo apoye en el Congreso. Creo que en esta situación el movimiento tiene una perspectiva de presionar, dentro del marco institucional, cuando la correlación de fuerzas en el Congreso ate de manos al gabinete”, explica Grompone.

Fuente: Hidelbrandt en sus trece 

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