Muchos seguidores de Fujimori, cuando leen o escuchan sobre los crímenes cometidos por su líder, reaccionan parecido. Primero obvian los delitos, ya sea minimizándolos o negándolos, y luego siempre agregan como un mantra: “Fujimori nos salvó del terrorismo”.
Lo real es que Fujimori no nos salvó de nada. Según una amplia y bien sustentada investigación hecha por el periodista Gustavo Gorriti y la revista Caretas, la captura de Abimael Guzmán habría podido realizarse en 1990, dos años antes de su captura oficial, pero esto no sucedió así debido a que altas instancias del gobierno de Fujimori lo evitaron. La investigación recoge los testimonios de los comandantes de la Policía Clodomiro Díaz y Luis Felipe Elías, entre otros testigos, y sustenta todas las maniobras que Fujimori realizó para evitar la captura en 1990: desde destituir al general responsable de la operación hasta prevenir a los propios líderes terroristas de la inminencia del operativo. Fujimori no quería que la captura se diera tan pronto para así beneficiarse políticamente: una pacificación temprana del país en 1990 habría hecho injustificable su golpe de estado de 1992. Fujimori prefirió dejar desangrando al país por dos años más, creando el clima propicio de pánico e inestabilidad en la población para poder cerrar el Congreso sin que la mayoría se lo cuestione. La prioridad de su gobierno no fue ni la pacificación ni la estabilidad, sino perpetuarse en el poder.
Es sabido además que incluso en 1992, Abimael Guzmán fue capturado no por intervención directa de Fujimori (quien en el momento del operativo se encontraba pescando en la selva) sino por acción de los oficiales del GEIN, quienes trabajaron en secreto hasta lograr la captura.
Fue fácil para Fujimori distorsionar la historia queriéndose adjudicar la erradicación del terrorismo, cuando el mérito recae en realidad en otra serie de factores como la reacción organizada de la población en las rondas campesinas y comités de auto-defensa o la valiente oposición de alcaldes y dirigentes de Izquierda Unida y otros partidos democráticos que junto con líderes comunitarios, como Maria Elena Moyano, se enfrentaron directamente a Sendero Luminoso perdiendo incluso su vida en ello. A todos estos mártires poco mencionados es que les debemos el fin del terrorismo, no a Fujimori.
Tampoco debemos olvidar que Fujimori, más bien, fue promotor del terrorismo y narcotráfico sudamericano. Por un lado, se encuentra condenado por la justicia por haber traficado armas con las FARC (el ex presidente de Colombia, Andrés Pastrana, detalla en sus memorias los vínculos de Fujimori con el grupo terrorista colombiano y con el capo de la droga brasileña). Por otro lado, el Servicio de Inteligencia de Fujimori realizó por su cuenta una serie de actos de terror y crímenes de Estado como el descuartizamiento de Mariela Barreto, la tortura a Leonor La Rosa o el poco recordado incendio a la sede del Banco de la Nación durante la Marcha de los Cuatro Suyos, para intentar culpar a los protestantes y deslegitimar la protesta cívica en contra de su gobierno: seis vidas se perdieron por ese cobarde acto terrorista propiciado por el propio gobierno de Fujimori.
Para la psicoanalista Carmen Gonzales, pretender minimizar los crímenes de Fujimori justificándolos en base a las “cosas buenas” que hizo, revela, entre otras cosas, una gran falta de amor propio porque implica creer que un funcionario público, solventado con dinero de todos, nos hace un favor cuando cumple su función y que tal “favor” es suficiente para perdonar cualquier crimen que este cometa.
Y la verdad es que Fujimori no nos ha hecho ningún favor. Utilizó sus funciones para el crimen y no estamos obligados a rendirle la más mínima gratitud a alguien que nos robó, nos saboteó y asesinó inocentes.
Por todas estas razones, Fujimori no nos salvó de nada. Al contrario, la década de su gobierno fue desastrosa para nuestro país. Permitir que ahora la heredera de ese régimen, su hija Keiko, sin ningún mérito propio, vuelva al poder para dejar impune aquellos crímenes y limpiar a toda su mafia, sería un gravísimo error que las futuras generaciones no nos perdonarían.
Fuente: http://www.puntoycoma.pe/coyuntura/opinion-fujimori-no-nos-salvo-del-terrorismo/#facebook-tab